En 1976, Farrah Fawcett dejaba de ser una cara de publicidad para transformarse en el ángel de Charly que más visitaba las habitaciones de los jóvenes norteamericanos. Las ondas de su pelo batido y su doble hilera de dientes fluorescentes vendían miles de pósters. Farrah era un símbolo sexual, pero uno que no necesitaba más que un primer plano para convertirse en el gran milagro del merchandising. Treinta años después, lejos del fetiche y de cualquier posible celebración del mito, la noticia es que la actriz tiene un cáncer de colon y que si la podemos encontrar en algún canal de cable será porque permitió que una cámara filmara su calvario cotidiano. Entre una y otra cosa, las copias del afiche que la popularizó se cotizan a precio de hallazgo arqueológico.
Farrah tiene 59 años. Los signos vitales (casi) se limitan a la efemérides. Artísticamente, nada. Y para las revistas de chismes, un inventario de cirugías estéticas y el piadoso reencuentro con su ex marido Ryan O'Neal. Ella luchando contra su cáncer, y él que a los 65 años viene de superar una leucemia. "Me he enamorado de nuevo", dijo O'Neal. Alguna revista dio a entender que podrían estar menos unidos por el amor que por el espanto.
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